CARLOS PETROLI – Especial para AGROCULTURA

Mi abuelo Desiderio, gringo rudo criado en el campo y con la sabiduría de la universidad de la chacra, tenía a mano una frase que todavía hoy me conmueve: “el papel se deja escribir…”. Lo decía cada vez que un dato, una noticia, un relato, no le cerraba totalmente y lo hacía dudar.

Si hay algo que se valora en nuestra actividad de periodistas y comunicadores son los signos de interrogación, las preguntas. A partir de allí, de este protocolo fundamental, podemos contribuir en el delicado proceso de la comunicación (social, masiva o de nicho, de manera profesional y responsable).

Mi abuelo, nacido en una familia de colonos inmigrantes en el norte santafesino, no tuvo al alcance la posibilidad de una instrucción formal o académica, como algunos de nosotros. Sí aprendió a leer, era un apasionado de la lectura. Este vínculo y su aprendizaje de la “agrocultura” en su trabajo cotidiano (carrero, chacarero, criador, agricultor no mecanizado) lo fue modelando en esa observación aguda y crítica de los acontecimientos. 

“El papel se deja escribir…” Toda una definición, una bajada de línea, para quienes abrazamos la misión de comunicar, de informar, de opinar. Los avances tecnológicos colocaron a ese “papel” al que aludía mi nono como parte de una batería de soportes impresionante. Pero lo que no se debería alterar es el punto de partida: las preguntas, la búsqueda de fuentes, el cotejo de datos y de posiciones y puntos de vista. Mandamientos rigurosos en la tarea de informar, ayudar a sacar conclusiones, evitar manipular o que nos manipulen.

A propósito de nuestro segmento agrobioalimentario (ahora lo anotamos con semejante agregado para dar cuenta de una extensa cadena de valor), las “plataformas” y los medios tecnológicos están abriendo el abanico de posibilidades. No es solo el papel, hace ya mucho tiempo. La velocidad del proceso de comunicación impone condiciones y cambios en cuestión de días y horas.

Carlos Petroli, periodista agropecuario.

Deberes para la “parroquia”

En tal contexto, me interesa dejar un apunte para la “parroquia”, para los cientos de segmentos multiplataforma dedicados al agro en cada pueblo, en cada ciudad o rincón del territorio.

Hay algo que hoy los periodistas y comunicadores profesionales del agro tenemos chances de aportar. Se trata de sumar más contenidos dedicados a los consumidores, tranqueras afuera, junto con las coberturas sobre innovación, tecnologías, buenas prácticas, negocios.

Desde un punto de vista comercial, los consumidores finales son el último eslabón como “clientes” del sistema agroproductivo y agrobioindustrial. Pero la propuesta de observar con más detenimiento las tendencias y demandas de los consumidores (una cebolla con muchas capas, sin dudas) puede abrir puertas y resolver o atenuar conflictos.

Podríamos ayudar a contestar de manera seria muchas de las preguntas y demandas que hoy distancian a productores y consumidores. Los comunicadores estamos en condiciones y tenemos herramientas para  avanzar con este aporte… Y en mi caso personal ayudaría a desentrañar aquella duda profunda de mi nono cuando decía que “el papel se deja escribir…”.